Santo Domingo. – Las Naciones Unidas, el gobierno dominicano y otras entidades, inician la realización de la Semana del Clima Regional (LACCW 2022) bajo una simulación para dar impulso a la implementación del Acuerdo de París bajo el supuesto de detener el calentamiento global. No obstante organizaciones y movimientos socioambientales en todo el mundo han denunciado que la implementación de este Acuerdo es insuficiente y ambiguo para enfrentar las crisis climáticas, y, por lo tanto, merece una transformación radical y ajustarlo hacia la acción climática que demanda la emergencia en que se encuentra el planeta producto de modelos económicos extractivitas.
La Semana Regional del Clima de Latinoamérica y Caribe, que tiene como anfitrión a República Dominicana, demuestra la fuerte influencia del sector privado y la complicidad de los Estados para retrasar la acción climática a partir de la agenda prevista para la Semana, estos tienden a evadir las discusiones de fondo sobre las reales causas de la crisis climática y están comprometidos a mantener la impunidad frente a los culpables del calentamiento global y sus consecuencias en los pueblos.
Las organizaciones y movimientos sociales de justicia climática, aquí reunidos en Santo Domingo, en esta Universidad Autónoma de Santo Domingo, hemos querido estar presentes en esta Semana del Clima organizada por el Gobierno de la República Dominicana, las Naciones Unidas y los organismos multilaterales de América Latina y el Caribe para demandar acciones climáticas reales.
Estamos aquí para denunciar y evitar que la Semana del Clima sea una nueva ronda de negocios donde los gobiernos, las empresas multinacionales y las élites económicas de nuestra región se reúnen, exclusivamente, para profundizar las políticas neoliberales y extractivitas que están llevado al planeta al colapso climático.
Reconocemos que hoy los pueblos y los estados de nuestra región, por cierto, la más desigual del mundo, tenemos la gran oportunidad de trazar un camino distinto para el bienestar de nuestras sociedades, que efectivamente permitan enfrentar el cambio climático y construir democracias y economías basadas en la soberanía, la justicia, la sustentabilidad y la solidaridad entre las naciones.
No es posible frenar o salir de la crisis climática si se insiste en la promoción de tratados de libre comercio basados en el mantenimiento de políticas extractivitas de minerales y agroindustria, producción insustentable, sobre-consumo y generación creciente de basura, que cada vez impactan con mayor fuerza y con mayor injusticia en nuestros territorios.
Y llamamos la atención que sea cual sea la tecnología, la energía no es limpia ni sustentable si es para alimentar el extrativismo, la vulneración de derechos de las comunidades y la destrucción de la naturaleza.
Nosotros y nosotras durante la Asamblea Ciudadana por la Justicia Climática, donde participamos organizaciones de pueblos originarios, afrodescendientes, trabajadores, feministas y cristianos de América Latina y el Caribe apoyamos las demandas de las organizaciones populares de República Dominicana y Haití ante la fragilidad de la isla, vamos a denunciar las falsas soluciones que continúan promoviendo los responsables de la crisis para perpetuar el sistema injusto y sus privilegios, y vamos a fortalecer nuestras estrategias de articulación social y la incidencia política sobre los gobiernos y organismos regionales multilaterales, promoviendo una agenda común basada en los valores de la justicia climática y la soberanía de los pueblos.
Rechazamos que los gobiernos de la República Dominicana, internacionalmente tratan de mostrar ser amigable con el ambiente y a nivel nacional sigue expandiendo la megaminería que pone en peligro las fuentes hídricas, los bosques, la agricultura campesina y los derechos territoriales, a la vez que expande el turismo no sostenible que amenaza áreas protegidas, aprovechando la debilidad institucional del país.
Reiteramos que para enfrentar el cambio climático se requieren transformaciones radicales y urgentes, fuera de los mercados y emancipadas del extrativismo, con una mirada territorial y de comunidad, que partan de otros modelos de sociedades, basadas en la soberanía energética, alimentaria, económica, territorial, en las prácticas, culturas y economías locales, en condiciones de trabajo y vida dignas, así como en el intercambio solidario entre pueblos y comunidades, que respeten los derechos de la naturaleza, y nos permitan vivir en armonía con ella.
Demandamos el reconocimiento y resarcimiento de la deuda histórica, social y ecológica que tienen los países industrializados del Norte con los pueblos del Sur quienes no han sido responsables del cambio climático. Esta deuda se debe a la contaminación atmosférica y a la apropiación ilegítima de los ciclos de la Tierra.
Finalmente, sólo podremos evitar el colapso planetario empezando a dejar el gas, el petróleo y el carbón bajo tierra, protegiendo y restaurando los bosques y ecosistemas, terminando con la agroindustria y la ganadería a gran escala y favoreciendo la agricultura campesina y la agroecología, respetando los derechos colectivos de los pueblos que cuidan y viven de los bosques, eliminando las prácticas extractivas mineras y sacando al sector financiero del clima.
18 de julio 2022
Santo Domingo, RD
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